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  • Humberto Moheno

Con el corazón en marcha: El día que Juan aprendió a manejar.

Actualizado: 8 jul 2023


Con el corazón en marcha: El día que Juan aprendió a manejar.

Juan... o Juanito, como le decía su abuela. Un puberto de quince años con el cabello grasoso y una personalidad irritante que solo pensaba en fútbol y niñas, como la mayoría de los de su edad. "Descuidado", así lo llamaba su papá.


Juanito se encontraba solo en casa cuando su celular vibró. Era un mensaje de la niña de moda. "Acepto". Había aceptado la invitación para tomar un café que Juan le propuso. Sin embargo, había un gran problema. Estaban de vacaciones, sus padres estaban trabajando, no tenía saldo en la tarjeta de Uber que su papá le había dado y solo le quedaban $200 pesos en la cartera, que necesitaría para... el café.


"¿Cómo voy a ir? La abuela no está, llegaré sudando si voy en bicicleta, y mucho más si camino", pensaba.


La solución más lógica apareció cuando vio las llaves colgando en la cocina. "En el coche", dijo al notar la llave del viejo automóvil.


Se bañó, se vistió de forma presentable, se peinó y tomó las llaves. Todo esto una hora y media antes de la cita. Como decía su papá: "Es mejor salir temprano por si surge algún inconveniente". Y el inconveniente en este caso era que Juanito no sabía manejar, solo lo había hecho en videojuegos.


Confiando en sí mismo, tomó las llaves, se sentó y se sintió como Toretto, aunque fuera en un Volkswagen del 68. "Cuando haces una promesa, debes cumplirla", se dijo a sí mismo. Logró encender el coche, salir del estacionamiento después de que se apagara dos veces y... se aventuró en la calle.


Aunque al principio se sentía inseguro al volante, poco a poco fue adquiriendo confianza. Sin embargo, en un descuido, chocó. Se apagó el coche por meter mal las velocidades, no pisó el freno y le pegó al auto de frente en el semáforo. Resultó ser su abuela. Las coincidencias de la vida que solo se dan en libros, historias y novelas... Como castigo, tanto su abuela como sus papás decidieron que Juanito debía buscar un trabajo durante el verano y también trabajar en las tardes después de la escuela para pagar los daños.


Juanito se encontró con una oportunidad en una cafetería de la ciudad. Comenzó a trabajar como barista, preparando cafés, bebidas llenas de azúcar y atendiendo a los clientes con una sonrisa mientras apuntaba sus nombres cambiándoles dos letras. Un día pasó por ese lugar Jimena, y se burló de él por tres razones: no llegar a la cita, chocar y trabajar en una cafetería. Su venganza solo fue poner su nombre con X.


Con el corazón en marcha: El día que Juan aprendió a manejar.

A los pocos días conoció a una niña especial que también trabajaba allí. Compartían risas, historias y largas conversaciones en los momentos de descanso. Poco a poco, esos momentos se convirtieron en citas después del trabajo, donde se conocieron aún mejor y se enamoraron, como en los libros, historias y novelas...


Con el dinero que ganaba en la cafetería, Juanito comenzó a pagar los gastos del golpe al coche de su abuela. También se aseguró de cubrir los daños del vocho.


La abuela y los padres de Juanito vieron su esfuerzo, dedicación y madurez durante ese verano y las tardes de trabajo. Orgullosos de su transformación, decidieron perdonarle completamente y, como muestra de confianza, le dieron las llaves del coche para que pudiera practicar de manera segura y responsable, no como Toretto.


Desde aquel día, Juan volvió a chocar muchas veces pero cuidando de su coche. Y aunque el incidente del choque con la abuela en el semáforo fue un episodio difícil, se convirtió en un punto de inflexión en su pubertad, le llevó a encontrar el amor de verano y a aprender a manejar.


Con el corazón en marcha: El día que Juan aprendió a manejar.

 

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